La Sociedad Misionera de Cristo Rey es una Comunidad de Vida Consagrada que brota del corazón mismo de la Iglesia, llamada a seguir a Cristo con radicalidad y entrega generosa. En fidelidad al Evangelio y al espíritu misional que la inspira, la Sociedad se configura como un Instituto de Vida Consagrada tal como lo describe el Código de Derecho Canónico en los cánones 573 al 606. Desde esta identidad, sus miembros se consagran totalmente a Dios mediante la profesión de los consejos evangélicos, ofreciendo su vida como un sacrificio agradable al Señor y poniéndose plenamente al servicio de la misión y apostolado.
La vocación fundamental de quienes pertenecen a esta Sociedad es aspirar a la perfección evangélica, es decir, buscar con todas sus fuerzas vivir según el estilo de Cristo. Esta perfección no es entendida como una meta meramente personal o individualista, sino como el proceso continuo por el cual el consagrado se deja moldear por la gracia, crece en santidad y se configura cada día más con el Señor Jesús. La búsqueda de la santidad es, por lo tanto, el camino que unifica y orienta toda la vida interior, comunitaria y apostólica de la Sociedad Misionera de Cristo Rey.
Al ser un Instituto de Vida Consagrada clerical, la Sociedad está destinada de modo particular al servicio pastoral en la Iglesia. Sus miembros, llamados al ministerio sacerdotal, encuentran en la misión su modo habitual de vivir la consagración. La Sociedad Misionera no existe únicamente para la santificación de sus miembros; su razón de ser incluye también la tarea fundamental de trabajar intensamente por la salvación y perfección espiritual de los demás. Esta dimensión apostólica constituye el alma de su espiritualidad: anunciar a Cristo Rey, promover su reinado de verdad y de vida, de santidad y de gracia, de justicia, amor y paz, y acompañar a las almas para que lleguen al encuentro transformador con Él.
Con la ayuda de la gracia divina, los miembros de la Sociedad abrazan un estilo de vida que exige generosidad, disciplina espiritual, celo pastoral y una entrega misionera constante. No se trata simplemente de realizar actividades externas, sino de vivir y transmitir el Evangelio con un corazón ardiente. Así, cada misión, cada predicación, cada servicio pastoral se convierte en un acto de amor que busca conducir a los hombres al conocimiento de Cristo Rey y de su misericordia.
Las Constituciones y Reglas de la Sociedad Misionera de Cristo Rey desempeñan un papel esencial dentro de esta vocación. En ellas se expresa el espíritu propio del Instituto: la manera concreta de seguir a Cristo Rey, las normas que aseguran una vida comunitaria ordenada, los medios espirituales para crecer en santidad, y los criterios pastorales que orientan su actividad misionera. A través de estas Constituciones, la Sociedad ofrece a sus miembros un camino seguro para avanzar en la perfección evangélica y perseverar con fidelidad en su consagración.
La naturaleza de la Sociedad Misionera de Cristo Rey se entiende, entonces, como una síntesis de consagración, misión y santidad. Es una comunidad de hombres llamados por Cristo, configurados con Él mediante la vida consagrada, enviados a anunciar su Reino y a trabajar por la salvación de las almas. Su identidad se construye en torno a un profundo amor a Dios, a la Iglesia y a las almas, animado por la convicción de que la misión es un regalo divino y una responsabilidad sagrada.
Desde esta identidad, la Sociedad se convierte en un instrumento vivo dentro de la Iglesia: un espacio donde florece la vocación sacerdotal, un camino para la santificación personal y un motor de evangelización que busca llevar a Cristo Rey a todos los rincones donde es necesario proclamarlo y servirlo.
Sé parte de este llamado…