Hoy, un lunes más, reflexionamos sobre temas del Catecismo, en particular en torno al cuarto mandamiento. Este mandamiento nos permite profundizar en muchos aspectos relacionados con la familia, sus obligaciones y deberes. En esta ocasión, nos adentramos en el apartado que aborda la relación entre la familia y la sociedad, comenzando con el punto 2207.
La familia y la sociedad (Punto 2207)
Este punto, que ya hemos mencionado brevemente la semana pasada, dice lo siguiente: «La familia es la célula original de la vida social. Es la sociedad natural en que el hombre y la mujer son llamados al don de sí en el amor y en la transmisión de la vida. La autoridad, la estabilidad y la vida de relación en el seno de la familia constituyen los fundamentos de la libertad, de la seguridad y de la fraternidad en el seno de la sociedad. La familia es la comunidad en la que, desde la infancia, se pueden aprender los valores morales, se comienza a honrar a Dios y a usar bien de la libertad. La vida de familia es iniciación a la vida en sociedad.»
Tres principios fundamentales
En este punto, se destacan tres principios fundamentales que sostienen los derechos de la familia: la autoridad, la estabilidad y la relacionalidad (la relación entre sus miembros). Estos principios son esenciales para entender cómo la familia es el núcleo básico de la sociedad.
- La autoridad: Hoy en día, este concepto está en entredicho. La autoridad de los padres en la educación moral de los hijos es crucial. Sin embargo, los gobiernos, al negar esta autoridad, no están creando ciudadanos libres, sino manipulables. La libertad está íntimamente ligada a la responsabilidad, como decía Viktor Frankl, autor de El hombre en busca de sentido. Frankl, quien sobrevivió a los campos de concentración nazis, afirmaba que la libertad no es solo la capacidad de elegir, sino de elegir el bien. Para ello, es necesario educar en la responsabilidad bajo una tutela moral, que implica la presencia de una autoridad paterna.
- La estabilidad: La seguridad que sentimos en la vida no depende solo de que la policía controle la delincuencia, sino de tener una familia estable. La estabilidad familiar es la base de la seguridad emocional y psicológica. Sin ella, especialmente los jóvenes crecen con un sentimiento de inseguridad que los marca profundamente. Una familia estable, a pesar de los problemas, brinda protección y seguridad.
- La relacionalidad: Este término se refiere a las relaciones dentro de la familia, que son fundamentales para aprender a vivir en sociedad. La fraternidad se aprende en casa. Cuando hay varios hijos, se fomenta la capacidad de trabajar en proyectos comunes y de convivir con otros. En cambio, en familias con un solo hijo, es más difícil desarrollar estas habilidades sociales.
La familia como escuela de valores
El Catecismo subraya que la familia es donde se aprenden los valores morales, se honra a Dios y se usa bien la libertad. Esto no es solo un aprendizaje teórico, sino algo que se «contagia» a través del ejemplo. Los niños ven en sus padres los valores que deben imitar: si el corazón está en Dios o en el dinero, si el perdón es más importante que el orgullo. Nadie da lo que no tiene, por lo que los padres deben vivir una conversión constante para transmitir virtudes y no defectos.
El cuidado de los más vulnerables (Punto 2208)
El Catecismo también nos recuerda que la familia debe vivir de manera que sus miembros aprendan el cuidado y la responsabilidad hacia los más vulnerables: los pequeños, los mayores, los enfermos y los pobres. Cuando las familias no pueden prestar esta ayuda, corresponde a otras personas, familias o a la sociedad proveer a sus necesidades. Como dice Santiago 1:27, «La religión pura e intachable ante Dios Padre es esta: visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones y conservarse incontaminado del mundo.»
La familia y la subsidiariedad (Punto 2209)
La familia debe ser ayudada y defendida mediante medidas sociales apropiadas. El principio de subsidiariedad establece que las comunidades más grandes no deben privar a las familias de sus derechos ni inmiscuirse en sus vidas. Este principio, desarrollado en la encíclica Quadragesimo Anno del Papa Pío XI, nos enseña que las estructuras sociales superiores deben apoyar, no interferir, en la vida de los grupos más pequeños, como la familia.
Conclusión (Punto 2210)
La importancia de la familia para la vida y el bienestar de la sociedad implica una responsabilidad particular de esta en el apoyo y fortalecimiento del matrimonio y la familia. La autoridad civil tiene el deber grave de reconocer, proteger y fomentar la auténtica naturaleza del matrimonio y la familia, asegurando la moralidad pública y favoreciendo la prosperidad doméstica.